“Luzazul”: reseña en La Voz del Interior

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Sylvia Plath multiplicada

Reseña de Luzazul, el libro del dramaturgo Emilio García Wehbi que obtuvo el Premio Burnichon.

por Carlos Schilling / LINK AL DIARIO

Si bien fueron escritos en la forma de monólogos dramáticos, los textos deLuzazul pueden leerse perfectamente como poemas. La disposición de las frases sobre la página, cortadas en versos, y la intensa conjugación entre la materialidad sonora de las palabras y su sentido son indudablemente poéticas. Pero tal vez esta precisión de lectura sea una obviedad indigna de la fuerza verbal y la imaginación del libro de Emilio García Wehbi (ver entrevista).

Los poemas están inspirados en la figura de la poeta norteamericana Sylvia Plath y en su poema “Tres mujeres”, publicado después de su famoso suicidio. Ese episodio motivó toda una vulgata siniestra, conformada por películas, biografías, artículos periodísticos, ensayos académicos y la constante indignación de las feministas más extremas contra Ted Hughes, el marido y el padre de los hijos de Plath, enorme poeta también, quien da su versión de los hechos en los magníficos poemas deCartas de cumpleaños.

Lejos de cualquier morbosidad o fetichismo literario, Wehbi se apropia de Plath, de la conciencia de Plath, sólo para dividirla y proyectarla en otras conciencias engendradas por sus propias palabras. Ya en la indicación en mayúsculas: “Silvia(s) Plath con la(s) cabeza(s) en el horno” da cuenta de esa ambigua diversidad. Pero antes, incluso, en el prólogo de Hécate (que evoca el principio de Macbeth), cuando esta invoca a sus brujas hermanas, se hace visible la multiplicación en la forma de una nostalgia por un reencuentro imposible y una pregunta crucial: “¿En qué orden liberará la esperanza y la tragedia/ la caja de Pandora?”

Cada voz de las “Tres mujeres” de Plath se vuelve una cama en Luzazul, lo cual sugiere el estado de postración en el que se encuentra cada mujer que habla, un estado que es al mismo tiempo el de una parturienta y el de una moribunda: “Soy paciente soy muy paciente/ hasta que no pueda más/ Lo que suceda en mí de todos modos tendrá lugar”, dice la primera de ellas. Y la segunda: “Yo también doy a luz cadáveres/ Me agrieto con el mundo/ No hay milagro más cruel que este”. Mientras que la tercera afirma: “Mi óvulo es mi paria/ ¿Por qué esa vida es un bien?/ ¿Cómo se determina?”

García Wehbi es un nombre propio de la dramaturgia argentina y por eso puede resultar arbitrario desplazarlo fuera del teatro. No obstante, y pese al inteligente epílogo de Federico Irazábal (titulado “El desmontaje de la propia voz”), es el propio libro como objeto (un objeto que obtuvo el premio Burnichon a la mejor edición en Córdoba) el que impone una lectura desviada e inestable, debido a la presencia de fotos en blanco y negro, intercaladas con los monólogos, que no sólo los ilustran sino que también los interpretan en clave patética.

En esas fotos vemos a mujeres adornadas con mamaderas, juguetes, sonajeros, zapatillas y ropitas de bebés. ¿Son los rostros de los poemas? ¿Son sus cuerpos o sus fantasmas? Las imágenes no dicen más o menos que las palabras dicen algo distinto, y lo dicen en un idioma indescifrable. Su enigma también es parte de la poesía de Luzazul.


Luzazul

Emilio García Wehbi

Ediciones Documenta Escénicas

Córdoba, 2014

113 páginas