Maratonista ciego finalista del Premio Filba-Medifé

La segunda edición del galardón seleccionó a una decena de autores entre las 204 novelas presentadas, de 120 editoriales.

EPremio Fundación Medifé Filba en su segunda edición dio el anuncio de las diez novelas finalistas entre las que se encuentran: Maratonista ciego, de Emilio García Wehbi (Ediciones DocumentA / Escénicas) junto a Amado señor, de Pablo Katchadjian (Blatt & Ríos); Confesión, de Martín Kohan (Anagrama); El sol, de Gustavo Ferreyra (Dualidad); La sed, de Marina Yuszczuk (Blatt & Ríos), Las pasiones alegres, de Pablo Farrés (Nudista); Los llanos, de Federico Falco (Anagrama);  No es un río, de Selva Almada (Literatura Random House); ¡Paraguayo!, de Ariel Luppino (Club Hem Editores); y Transradio, de Maru Leonhard (Compañía Naviera Ilimitada). El jurado, integrado por María Moreno, Claudia Piñeiro y Sergio Bizzio, seleccionará entre los finalistas cinco títulos, que se darán a conocer en octubre, hasta elegir la novela ganadora en noviembre.

De las diez novelas finalistas, solo tres títulos pertenecen a grandes grupos o editoriales grandes: Literatura Random House, del Grupo Penguin Random House, con No es un río, de Selva Almada; y Anagrama, con dos novelas: Confesión, de Martín Kohan; y Los llanos, de Federico Falco, finalista del Premio Herralde 2020. Hay dos primeras novelas entre los finalistas: Transradio, de Maru Leonhard, editora audiovisual y guionista que cuenta la historia de una huida y el regreso al pueblo bonaerense de la infancia de Isabel; y Maratonista ciego, la primera novela de Emilio García Wehbi, un lúcido ejercicio de escritura que se podría desplegar a partir de lo que dice el narrador en tercera persona: “toda historia es una historia de fantasmas”. En Confesión, Kohan compone una narración en tres partes donde lo siniestro y el mal conviven tan naturalmente que no necesitan ser nombrados.

En El sol, Ferreyra narra el desdoblamiento y la ambigüedad de Víctor, un personaje que se encuentra internado en un hospital, víctima de un mal indeterminado, cuya verdadera identidad es otra: se llama Igor y es espía de un país que ya no existe. “Es lindo que un nuevo vínculo editorial con Dualidad, con una casa que sale a luz hace muy poco tiempo, pequeña y a pulmón como tantas otras que han ido apareciendo en estos años, con el esmero en buscar diseño, originalidad y belleza en el objeto de lectura, tenga un reconocimiento rápido en este listado de diez novelas argentinas entre tantas que se habrán publicado”, dice el escritor Ferreyra a Página/12

¡Paraguayo!, de Luppino, transcurre durante la Guerra del Paraguay, cuando una banda de forajidos pasa a degüello a un pueblo entero. “En Las Flores corría el rumor de que a un paisano le colgaban tres pijas entre las piernas”, se lee en el principio de esta novela. Las pasiones alegres, de Pablo Farrés, es una obra distópica que revela los síntomas de una evolución tecnológica más avanzada que la humana, donde el límite entre ficción y realidad es completamente incierto.

El tiempo del duelo, en Los llanos, se escribe en un pueblito pampeano, adonde el narrador llega después de abandonar la casa que compartía con su pareja. “Pero en la página escrita, un paisaje no es un paisaje sino la textura de las palabras con que se lo nombra, el universo que esas palabras crean”, revela el narrador y protagonista de la novela de Falco. Amado señor, de Katchadjian, es una novela de cartas dirigidas a dios. En La sed, Yuszczuk cruza la historia de Alma con una vampira que llega a Buenos Aires en el siglo XIX. En No es un río, Almada cierra su trilogía de varones, con una trama donde la revelación de un secreto, interpretado como una traición desde la perspectiva masculina, desata la tragedia.