Lenguas de fuego
El sello local Ediciones DocumentA/Escénicas acaba de publicar Artaud: Lengua∞Madre, un libro escrito por Emilio García Wehbi y Gabo Ferro. En agosto de este año, la editorial cordobesa ya había editado Casa que arde, una relectura sobre La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca.Emilio García Wehbi y Gabo Ferro trabajaron juntos en la Bienal Internacional de Performance // Foto: Nora Lozano //Dibujos de Elisa Canello.
Para Ciudad X “La Voz del Interior” 21/12/15
Emilio García Wehbi es un bicho raro. Está siempre al borde, jugando con los límites, borrando las fronteras. Va en busca de los puntos de encuentro de distintas disciplinas para hacer estallar las grietas de nuestra cultura. Su obra es compleja, cada paso puede leerse como un nuevo episodio de puesta en tensión de las certezas. Sus textos están hechos con lo que el mundo deja a un lado: los residuos, lo anormal, lo deforme; las cosas que han sido sofocadas, tapadas, censuradas. Wehbi va al choque. Su escritura no es amable. No es fácil. Que no vaya nadie a buscar en sus libros algo que lo serene o lo reconforte. Que sí entren aquellos que estén dispuestos a ser sacudidos.
Gabriela Halac es un mirlo blanco. Alguien extraordinario y valioso por su rareza. Escritora, gestora cultural, editora. También ella sabe habitar los confines, ese espacio donde el riesgo se vuelve entusiasmo y manifiesto: un modo desprejuiciado de estar en el mundo. DocumentA/Escénicas, la editorial que dirige, se ha convertido en un sello que es garantía de singularidad. Hay algo único en su catálogo, es sencillo reconocer sus libros: cierta delicadeza, cierta precisión, un objeto perfecto y un contenido difícil de encasillar.
Halac y García Wehbbi han jugado juntos tres veces. La primera fue Luzazul, que recibió el Premio Alberto Burnichon al libro mejor editado en Córdoba en 2014. Este año publicaron Casa que arde, en agosto, y Artaud: Lengua∞Madre, hace sólo unos días.
Prisioneras
Casa que arde surgió como una obra de teatro estrenada en abril en el Konzert Theater Bern de la ciudad de Berna, en Suiza. Bajo el subtítulo Teatro para niñas anarquistas y animales embalsamados, el libro es una reescritura de La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca. Bernarda es aquí una mujer que, a medida que habla, se va transformando en cuervo. Su voz soporta un monólogo perforado por voces ajenas. Una garganta ventrílocua que repite el discurso de otros.
La vida familiar como “un campo de concentración modélico”. La relación –monstruosa, opresiva, dictatorial– de los padres con los hijos. Un Ejército de Liberación Femenina para combatir “el discurso y la dominación falocentrista”. Una discusión entre los animales del bosque. Imágenes y personajes que ponen en escena la opresión. La Iglesia, la familia, la psiquiatría, la ley: fuerzas disciplinadoras.
Wehbi recurre a diferentes elementos para armar su retablo. En estas páginas se mezclan la mitología griega, la tradición judeocristiana, los nombres de un batallón de psicofármacos, citas de Kafka, Kropotkin y Cocteau, referencias a Mahler, ecos de Lewis Carroll. El machismo, las sociedades patriarcales y la arquitectura de los poderosos toman cuerpo en figuras disímiles: Mao Tsé-Tung, Robespierre, Picasso, Brad Pitt, el Papa Francisco, Bruce Lee, Reagan, Sartre, Federer, Walt Disney, Gengis Kan. Todo eso se cruza y se potencia para evidenciar que los siglos pasan pero algunas cosas apenas cambian.
Casa que arde se completa con los dibujos de Elisa Canello. También allí entran en juego las citas, los homenajes y las recreaciones. La artista cordobesa hace una reescritura de la obra de Henry Darger, retomada por Wehbi en el texto. Juego de espejos que se reflejan, se deforman y muestran mucho más de lo que podría esperarse. El trabajo de Canello no puede llamarse “ilustración”. Hay dos artistas sobre el papel. Cada uno dialoga con el otro desde su experticia. Se logra una polifonía inesperada.
Hay dos dibujos que se diferencian del resto por su estética. Reproducen una imagen de Juana de Arco basada en la famosa película de Carl Dreyer. Una película que fijó para siempre la iconografía en torno a esa heroína francesa y en la que actuó Antonin Artaud. Aparentemente, todo en la obra de Wehbi se convierte en la trama de una red que continúa de libro en libro.
Tótem y tabú
Artaud es la palabra clave que reunió a Wehbi con el músico, poeta e historiador Gabo Ferro. Juntos presentaron la performance Artaud: Lengua∞Madre en la Bienal que se hizo en Buenos Aires este año. De esa experiencia surgió el libro que acaba de editar DocumentA/Escénicas. Los autores se funden en lo escrito, no hay marcas que permitan saber qué escribió cada uno, se trata de un verdadero trabajo en colaboración. Y no es un dato menor ya que el libro aborda, justamente, las relaciones entre arte y poder.
También en este texto se recurre a la mitología judeocristiana, fundamentalmente a Abraham, utilizado aquí para hacer alusión a Marina Abramovic, figura tótem del mundo de las performances. Wehbi y Ferro atacan el centro de la cuestión: en “Interferencia. Contramanifiesto del Método Abraham” proponen una serie de postulados que discuten el “Manifiesto de la vida de un artista”, de Abramovic. Los autores parodian a quienes han construido su propia industria enriqueciéndose y empoderándose en un sistema que dicen despreciar.
Es un ejercicio interesante leer ambos textos (disponibles en internet) para acceder a una discusión -poblada de ironía, sarcasmo e inteligencia- sobre las relaciones entre arte y mercado, obra y mercancía, impostura y vanguardia. El libro incluye poemas, registros de cuadernos escolares, dos conferencias (que usan el humor para desnudar el discurso científico) y un “Manual del usuario” escrito por Federico Irazábal.
Quizás lo más impactante de Artaud: Lengua∞Madre sea el primer encuentro. La editora decidió ofrecer a los lectores un “dispositivo editorial que se define como un libro intonso”. Los pliegos de papel no han sido cortados. Para poder hojear el libro es necesario cortarlo. Destriparlo, intervenirlo quirúrgicamente, tajearlo, abrirlo; cada uno elegirá la palabra que prefiera. Es una operación que lleva unos minutos, dependiendo de la pericia. La belleza está en que no habrá dos libros iguales. Cada lector, con su torpeza, su delicadeza o su impaciencia dejará huellas diferentes.
Transformaciones
Puestas de teatro o performances que mutan en libros: lo que comienza con música puede volverse pintura o puro cuerpo o tinta sobre la piel. Todo va de un lado a otro en la obra de Wehbi. Casa que arde y Artaud: Lengua∞Madre funcionan como libros individuales y, a la vez, como piezas de una misma herramienta. La tenaza que construyen juntos permite reflexionar sobre el poder y sus efectos.
Wehbi es un gran lector y comparte sus recorridos sin hacer ostentación. Como señala Gabriela Halac: “Sus obras están llenas de citas, intertextos de muy diversa procedencia que no interfieren en la lectura para hacerse notar como portadores de sapiencia, sino que aportan al sentido para quien sea capaz de identificarlos. Es un autor que se apropia de lo contemporáneo, de lo clásico y que es capaz de mestizajes que en el cruce generan potencias nuevas.”
En una entrevista en Ciudad X, Wehbi definió a Halac diciendo que edita “como una artista”. Consultada sobre el proceso de trabajo con Wehbi, la editora dice que una de las ventajas de trabajar con él es que el autor “entiende perfectamente que el texto es un punto de partida para construir un dispositivo editorial donde la materialidad es un sentido y el libro es una pieza.” Un escritor raro, una editora singular. Dos artistas que celebran la posibilidad de transformarse a través del trabajo con los otros. Los lectores, agradecidos.