Conversación con el ausente: dibujos y cartas a Jorge Julio López
Por Demián Orosz para La Voz del Interior
Lucas Di Pascuale publicó Cartel, un libro que retoma sus acciones sobre la figura del desaparecido Jorge Julio López. El volumen incluye los dibujos de la serie con la que el artista cordobés acaba de ganar un premio en el Salón Nacional de Artes Visuales.
Convocar una presencia. Definir una zona de memoria por asalto, sin aviso, que confronta con un nombre que titila y con una historia que se sumerge pero que de tanto en tanto se activa, imprevistamente, como una llamada a recordar o a pensar: LOPEZ.
Lucas Di Pascuale realizó en 2007 una acción que tenía como escenario los techos del Centro Cultural España Córdoba. Junto a su familia, mirando hacia la calle, montó un cartel en el que se leía, escrita con letras de madera, la palabra LOPEZ. “Una persona a la que no supimos cuidar”, dice el artista en referencia a Jorge Julio López, el albañil que estuvo desaparecido entre 1976 y 1977, sobrevivió al confinamiento y a las torturas en diversos centros clandestinos de detención, y en 2005 dio su testimonio sobre crímenes de lesa humanidad en los llamados Juicios por la Verdad. El 18 de septiembre de 2006, mientras iba camino a una audiencia, desapareció por segunda vez y hasta el día de hoy se desconocen su paradero y su suerte.
En distintas versiones, LOPEZ se ha venido realizando durante años en varias ciudades argentinas y del exterior. “En 2016, en el marco del ciclo Presente continuo, LOPEZ se instaló en distintos espacios de Rosario –cuenta Di Pascuale–. Cuando nos pidieron un texto sobre el trabajo, presenté una carta dirigida a Julio López donde le contaba sobre las instalaciones rosarinas. Me dieron ganas de seguir escribiéndole y lo hice más o menos durante un año. Mientras tanto me puse a dibujar, a copiar fotografías de instalaciones de carteles. La idea de un libro ya estaba presente en ese entonces”.
Aquel libro imaginado hace unos años acaba de hacerse realidad de la mano de Ediciones DocumentA/Escénicas. Se llama Cartel. Y es algo más que un libro: la cubierta se puede desmontar. En un primer despliegue aparece el instructivo que Di Pascuale generó para “soltar” a LOPEZ y que la obra pueda ser realizada por quienes lo soliciten, y al desplegarla completamente surge (del reverso) un cartel para pegar en las paredes.
Los textos de Cartel proponen una conversación con la figura ausente de Julio López (mencionado como Jota por sus iniciales) a través de cartas en las que el artista le cuenta cosas cotidianas, como si fueran anotaciones de un diario íntimo, reflexiona sobre su práctica artística y hace menciones al contexto político. En la carta del 13 de mayo de 2018, Di Pascuale le cuenta a López: ”Querido Jota: Solo para ponerlo al corriente, volveremos a pedir dinero al Fondo Monetario Internacional”.
Córdoba, 5 de enero de 2019: “Querido Jota: Hace tiempo que quiero preguntarle algo y no he encon-trado la manera de hacerlo. En pocas palabras, sería saber cómo se ha sentido usted con su cartel. Ya le comenté que pensé primero en un cartel y al tiempo en que fuera suyo. Todo comenzó con El hotel del millón de dólares, una película sobre un asesinato que es también una historia de amor. En algunas escenas, los personajes corren en el techo de un hotel, corren entre letras gigantes”.
El libro está tramado además con una serie de dibujos que Lucas Di Pascuale realiza a partir de registros de las acciones en las que se instala el cartel. Con esos dibujos el artista cordobés acaba de ganar el tercer premio de esa disciplina en el Salón Nacional de Artes Visuales.
–¿Cómo surgió ”LOPEZ”. En el relato que hacés en el libro, y en las descripciones del proyecto, decís que no tenías definido previamente evocar la figura del albañil desaparecido, sino que eso “apareció”, digamos, en la marcha…
–En 2007 se realizaron una serie de intervenciones en el espacio público con curaduría de Guillermo Daghero y producción del Centro Cultural España Córdoba. Hacía poco (creo) que había visto la película El Hotel del millón de dólares (hay escenas de la peli retratadas en el libro Cartel). En varios momentos de la película, los protagonistas están entre las letras del techo del hotel. Me habían dado ganas de trabajar en un techo con un cartel, con letras caladas y estructuras que las sostuvieran. La idea principal era la fusión entre texto y estructura. Incluso mi idea inicial era escribir una frase que uniera tres casas (el centro cultural y las dos vecinas que son de la misma altura). No tenía del todo definida la frase para el cartel pero de seguro serían varias palabras. Pasó que por una cuestión de presupuesto el cartel daba para un solo techo, entonces decidí pensar en una sola palabra en lugar de una frase. Y apareció “López” como palabra, pensé que él nos representaba como país, ya que se trata de una persona con valor a la que no supimos cuidar.
–En algunas ocasiones ha intervenido tu familia, artistas amigos, o personas que realizan el cartel en base a un instructivo. Es una obra colectiva, que conserva un núcleo, digamos, pero que cada vez se realiza de manera distinta. ¿Qué te interesa en esos planos, el de la realización colectiva y el hecho de soltarla, dejarla que haga su camino?
–Desde que me decidí por la palabra “López” pensé que debía ser un trabajo colectivo, una escritura grupal, mi familia fue el primer grupo y luego invité a colegas y amigos. Creo que me pareció una escritura demasiado importante para hacerla en soledad. Entiendo la escritura “López” como una acción que nos fortalece, nos expande, nos hace bien… Sería algo así como plantar un árbol, escribir un libro, tener un hije y escribir “López”. Y esa escritura debe ser en grupo. Hice lo del instructivo como para no estar tan presente, no estar en todos los grupos que instalaran el cartel como una figurita repetida, que encima guiaba al grupo. Mi ausencia generaba algo a descubrir, como cuando compramos un mueble para armar en casa. Después me di cuenta de que podía armar un instructivo no solo de colocación, sino también de fabricación de las partes, y enviarlo a donde quieran colocarlo. Aquí me parece interesante la idea de una autoría que no implica propiedad. El cartel es de quien quiera colocarlo. He difundido en publicaciones previas el instructivo y ahora está también en el desplegable que hace de cubierta. Me parece que el camino que hace el cartel no tiene tanto que ver con quienes participan sino con quienes invitan a colocarlo. El cartel, de hecho, no se modifica mucho si yo no estoy. Es real que a la hora de invitar a compartir un trabajo lo hago pensando en otres que modifiquen mi hacer. Pero en este caso, a partir del instructivo, creo que lo que se modifica es mi lugar. Esa importancia que se le suele dar al artista, y a la presencia del artista. Todos “sabemos” que lo importante es el trabajo.
–En términos materiales, la obra es efímera. O más bien: puede permanecer un tiempo aunque está destinada a deteriorarse, a desaparecer, ya que está confeccionada en madera. Como si el material anticipara su condición futura de ruina. ¿Te interesa que “LOPEZ” acarree esa intemperie?
–Sí, totalmente, aunque no la veo efímera. Sí me interesa que se deteriore, que esté a la intemperie, que sea frágil al contexto y que finalmente deje de ocupar el espacio público, quizás la obra como un recuerdo. Esto fue muy gracioso en Resistencia, el cartel les interesó también por esta característica (al ser sede de una bienal de escultura, la ciudad está colmada de esculturas “para siempre”). Pero resulta que un día (al tiempo de colocarlo) me envían una foto y me cuentan que están bajando el cartel y que lo van a restaurar e instalar en otro lado, ja ja.
–El primer “LOPEZ” es de 2007, y los últimos carteles, en Rosario, se realizaron en 2017. ¿A partir de qué sucesos o contextos se fueron activando?
–El primer cartel fue como contaba, esa idea de escritura que también es estructura o, para decirlo mejor, algo en relación a El medio es el mensaje. Luego el trabajo tomó su propio camino, casi la totalidad de las invitaciones a colocar el cartel, entiendo que fueron porque decía “López”, si yo hubiera escrito otra palabra quizás el primer cartel hubiera sido el último. Casi todos los contextos de instalación estuvieron relacionados a espacios o actividades ligadas a memoria y a los derechos humanos. No es lo que había pensado en un principio como contexto de activación, pero me resulta muy saludable esta situación donde el trabajo toma decisiones por su cuenta.Escrituras
–¿Cuál es la intención, o el objetivo de “Cartel”?
–Si pienso en una intención, me aparece la de escribir, para el cartel y para el libro. El cartel se deja en un lugar y la gente que lo ve no sabe que es por Jorge Julio López, en ese sentido hay también una pregunta como intención, la que se hace quien lo ve en la calle: ¿Por qué le habrán puesto López? Si pienso de nuevo en una intención, ahora con la publicación, aparece el libro como espacio a habitar. El libro es un sitio que me provoca, que deseo y disfruto desde múltiples lugares. Luego creo que está mi necesidad de preguntarle a él, a López, sobre mi trabajo con los carteles, ya que lo he estado utilizando sin su consentimiento.
–A la carga política, al llamado a la memoria que hace “LOPEZ”, se le añade en “Cartel” un componente autobiográfico que se relaciona con tu padre, una figura ausente con la que ya habías trabajado en la muestra “Yerba mala”. ¿Cómo estableciste ese vínculo?
–En mi libro anterior, Ijota, hay dos dedicatorias. Se llama así por esas dedicatorias, a mi vieja, Ileana, y a Jorge Julio López. Ileana y Jorge Julio, I y Jota. En ese momento, en que le escribo a López y le cuento de las dedicatorias y le digo que los pensé compañeros de vida (a él y a mi madre, a él como mi padre), se me vienen temáticas de escritura posteriores. La cuestión de clase por ejemplo, ¿me banco ser el hijo de un padre albañil?, y así comienza la cosa. Luego me dieron ganas de confundirlos, de hacerles comentarios a los dos al mismo tiempo. Mi viejo también se llamaba Jorge, Ijota podría ser por él, diría algún psicólogo. Claro que esto no fue producto del inconsciente, fue un juego que hice desde esas dedicatorias de Ijota. El elemento biográfico está casi siempre en mi trabajo de una manera más o menos explícita, lo que quizá sucede particularmente aquí en Cartel es la escritura con un protagonismo que no ha tenido antes.
–Rebautizado como Jota, Julio López aparece en las cartas como un padre elegido que viene a ocupar el lugar del padre real. Aunque se da en un plano de ficción, emerge una intimidad descarnada. ¿Cómo llegaste a ese lugar?
–Es un gran halago que se piense a Cartel en ese lugar, ya que es un lugar que me interesa profundamente. Creo que se trata de posibilidades que se van dando a partir de escuchar al trabajo que uno hace, pero que no siempre suceden a partir de la escucha. También creo que ese “como” se mantiene potente en la medida que uno lo desconoce. Se me ocurre interesante pensar una relación con H31, un libro que publicamos con Gabriela Halac en 2001. Ese libro es una especie de homenaje y comienza con una carta que le escribo a Agustín Tosco, aunque se la escribo como hacedor del trabajo. Entonces me gustaría traer –como práctica que deseo que me contagie– la carta de Oscar del Barco a la revista La intemperie, pensando en aquellos muertos –los de la guerrilla en Salta– como “sus” hijos.
Presentación
Cartel se presentará el martes 19 de noviembre a las 19 en DocumentA/Escénicas (Lima 364), con la participación de Lucas Di Pascuale junto a Rodrigo Fierro, Eloísa Oliva y Luis García.
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